A medida que envejecemos, la piel experimenta cambios en su estructura y función. La producción de colágeno disminuye, lo que conduce a la aparición de arrugas y flacidez.
La piel también pierde elasticidad y firmeza debido a la disminución de la producción de elastina. Además, las células de la piel se vuelven menos activas y tardan más en renovarse, lo que puede hacer que la piel parezca opaca y áspera.
La fase de senescencia se refiere a la etapa final del envejecimiento celular, donde las células de la piel pierden su capacidad para dividirse y repararse adecuadamente, lo que puede llevar a la aparición de manchas de edad y otras irregularidades en la piel.
Otro factor importante en el envejecimiento de la piel es el acortamiento de los telómeros, que son las estructuras que protegen los extremos de los cromosomas y que se acortan cada vez que las células se dividen. A medida que los telómeros se acortan, las células de la piel se vuelven menos capaces de dividirse y renovarse, lo que puede llevar a una disminución en la producción de colágeno y elastina, y a una disminución en la capacidad de la piel para recuperarse de los daños.